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Guardavidas del Mar y Psicólogo de la sociedad.

miércoles, 25 de agosto de 2010

La cara de la Mentira

Una visión psicológica sobre el procesamiento de Mauricio Macri • La pobreza discursiva, la escasez de palabras, la dificultad para armar oraciones.

Existe una rama de la Psicología (no muy difundida en Argentina) cuyo objeto de estudio es el lenguaje corporal y emocional de las personas. Un gran capítulo de esta disciplina que tiene como uno de sus máximos exponentes al psicólogo Paul Ekman es el análisis gestual, discursivo y emocional de quien está diciendo una mentira.
Si esta no fuera una disciplina tan poco difundida en nuestra sociedad (como si lo está por ejemplo el psicoanálisis) numerosas voces habrían surgido señalando las groseras evidencias de falta a la verdad que Mauricio Macri ofreció en su descargo-conferencia de prensa posterior al anuncio de su procesamiento.

En dicha conferencia el Jefe de Gobierno le apuntó al juez Norberto Oyarbide y caracterizó a su procesamiento como un ataque del kirchnerismo.

Ahora, existen algunas reglas bastante generales acerca de cómo las personas exteriorizan su enojo, frustración e indignación. El conocimiento de estas expresiones universales es producto de años de investigaciones por parte de científicos psico-sociales en diferentes poblaciones del mundo. Uno de estos patrones generales es que ante una falsa acusación, o en el caso extremo un injusto procesamiento, la víctima de tal injusticia debería experimentar un aumento de la emocionalidad, un corrimiento de algunos limites protocolares, un surgimiento de verdades que venzan la represión de lo cotidiano y que ya no puedan callar ante tanta injusticia y maldad. Incluso los estudiosos de la materia plantean que como mínimo deberíamos observar un aumento de la capacidad discursiva y de la espontaneidad en quien debe padecer tantos y tan malintencionados ataques.

Pues bien, esto no es lo que hemos visto en la “indignada” alocución de Macri.
Lejos de tener un discurso que pareciera el de una victima que habla desde el corazón, tanto sus palabras como las de su Jefe de Gabinete dieron muestras de atenerse a un discurso pre-armado, seguramente delineado en una mesa técnica del PRO. Ninguna verdad, ninguna emoción, solo atenerse al libreto. Es impensable para cualquier estudioso de la conducta humana el hecho de que una persona que dice la verdad defendiéndose de una difamante mentira pueda mantener su defensa pública exponiendo una cantidad (y calidad) de conceptos tan limitada. Lo esperable seria que a esa persona no le alcanzase el tiempo para decir la cantidad de cosas que le surgen de adentro, mas allá de los consejos de asesores y funcionarios. Sin embargo lo que surgió de adentro del Jefe de Gobierno fue apenas un “no tengo nada que ver”. Mínimo.

Gestos, miradas, tonos. Muchos detalles pueden ser potenciales delatores si son correctamente observados y si se poseen las herramientas de análisis. En este caso sobran ejemplos, el arqueo de las cejas hacia arriba y hacia fuera (señal de evitación), el impulso hacia atrás de la cabeza ante determinadas preguntas (huida), o la búsqueda de miradas y sonrisas cómplices entre sus seguidores intentando dar una falsa expresión de seguridad, que además sería impensable en una situación autentica.

Un párrafo aparte merece la pobreza discursiva, la escasez de palabras, la dificultad para armar oraciones, todas características comunes en el Jefe de Gobierno Porteño, pero que casualmente también son características muy comunes que suelen presentar ante la presión los mentirosos que no están acostumbrados a ser expuestos y a tener que dar explicaciones.

Es difícil analizar brevemente en un medio escrito los innumerables detalles que Macri mostró en su lenguaje facial, en los tonos de voz, en los tiempos de alocución, en la repetición de palabras y en las miradas evasivas que delatan que no está diciendo la verdad. En resumen, todo su lenguaje corporal y emocional delata que lo que dice no es cierto, que el discurso ni siquiera fue pensado por él. Solo se trata de intentar imponer a presión las consignas dictadas por sus asesores para salvar su imagen.

Más allá de las pruebas en su contra y de la solidez de la causa hay en la capacidad de oratoria y en la confección de discursos de los operadores PRO una muestra de falta de convicciones propias, una evocación permanente de los tópicos que las encuestas muestran como puntos vitales. Un discurso que defienda a un proyecto político debería estar basado en los ejes del mismo, ejes ideológicos. Ante la inexistencia de los mismos el discurso de estas personas intenta siempre subirse a la marea de opinión, utilizándola, manipulándola.

En una sociedad que tiene a lo audiovisual como principal fuente de conexión con el entorno surge como una gran necesidad para el receptor de los mensajes el saber leer mas allá de lo que escucha, poder ver en la cara de quien habla la cara de la sinceridad o la cara de la mentira.


Agustín Pasquale
Lic. En Psicología – U.B.A.
tribulando@hotmail.com
 20 de mayo de 2010 (2010) 

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